LAS SIGUIENTES SON PALABRAS DE GERARDO CIRIANNI EN EL TALLER DE LECTURA EN VOZ ALTA DICTADO EN EL MARCO DEL 13° FORO INTERNACIONAL POR EL LIBRO Y LA LECTURA ORGANIZADO EN RESISTENCIA, 2008, POR LA FUNDACIÓN MEMPO GIARDINELLI.


"Hace treinta años que trabajo con la lectura en voz alta, y estoy convencido que esta manera de leer con otros es un recurso valioso para alentar y fortalecer la cultura escrita. Pero reconozco que cierta forma de lectura en voz alta que se ejerció en las escuelas durante mucho tiempo fue la mejor vacuna contra la lectura. Por eso es útil reflexionar: ¿de qué prácticas de lectura en voz alta hablamos? ¿Cómo desplazarnos de ese registro que es el lenguaje hablado a la escritura y viceversa?


En primer lugar, todos podemos leer en voz alta. No me refiero a la lectura como espectáculo, no al uso de recursos dramáticos propios del teatro, sino a la posibilidad de apropiarnos de ciertas claves que nos permitirán leer un texto en voz alta de una manera digna, atractiva frente a otros.


Trabajo previo con el texto


La preparación de la lectura en voz alta de un texto es un proceso que se inicia en su elección: “qué, para involucrar a quién”. ¿Qué leer para participar a un grupo de la experiencia de la lectura? ¿En qué consiste esto de leer?


La segunda cuestión es el conocimiento que tengo del texto. La repetición, leer varias veces el texto seleccionado, cuatro, cinco, seis veces para darme cuenta de que una lectura en voz alta más que comunicar información, intenta expresar, a través de ciertos recursos, una cantidad de intenciones.

[Lee “Gustos son gustos", de Gustavo Roldán]


Hay muchas maneras de decir “gustos son gustos”: un mismo enunciado, entonado de diversas maneras, formulado en distintos ritmos, conduce hacia sentidos diferentes.


La cultura escrita se extiende. Cada vez hay más libros, cada vez se promueve más el contacto diverso con materiales escritos. Pero en muchas ocasiones, cuando se propone lectura, en especial desde ámbitos institucionales, algo pasa que se generan resistencias a hacerlo. Creo que en gran parte la cuestión es cómo se lee. Se suele desconocer algo básico: para poder leer para otros tengo que escucharme a mí mismo, tengo que volver al texto con una lectura intensiva, esto es pocos libros leídos muchas veces, en ocasiones un mismo texto leído muchas veces.


Uno de las estrategias disponibles, para la lectura de cierto tipo de textos, es el empleo de recursos propios de la oralidad, por ejemplo, la repetición de frases, la reiteración, la enumeración.

[lee “Piel de judas” de José Panno]


Se trata de leer como si e estuviera hablando. Para leer en voz alta, es necesario partir de la palabra hablada. Los textos leídos en voz alta que mejor funcionan son aquellos que emplean un registro coloquial. Muchas historias son escritas pensando en que van a ser leídas en voz alta, ésas son las que mejor funcionan. Por ejemplo la versión de El Quijote publicada por el Centro Editor en la colección Cuentos de Polidoro:


“No se ocupaba ni de su campo, ni de su casa, ni… ni… ni…”


O los relatos bíblicos donde son frecuentes estos apoyos:


“y entonces… y después…”


Todos estos recursos son propios de la oralidad; sintaxis del mundo de la palabra oral… Nuestra función como animadores de lectura es tender puentes entre la palabra escrita y la oralidad… eso ayuda a iniciar a los jóvenes en el mundo de la cultura escrita.


Boris Spivacow, quien lideró el Centro Editor de América Latina, editorial argentina emblemática, sacó varias ediciones de libros pensados para promover la lectura. Ediciones económicas, de fácil distribución, que pudieran competir con las revistas mexicanas [La Pequeña Lulú, El Llanero Solitario, Superman] en precio, y que contaran historias que estaban en el dominio popular, con registro coloquial.


La oralidad es una forma de hablar pero también de pensar, de definir problemas…
[Relata una de las versiones más antiguas de Caperucita Roja, como la relataban los campesinos en Francia hace 300 años, cuentos que fueron pasando de la oralidad a la escritura, relatos de la Europa del siglo XVIII)


Cada historia que leemos viene de un grupo humano, con sus circunstancias, su cultura, sus imaginarios particulares… y si uno investiga puede encontrar explicaciones de lo social y lo cultural en las historias. Por ejemplo, la madrastra. En la figura generalmente odiosa de la madrastra se esconde el tema de la muerte de la madre, de los campesinos que quedaban a cargo de los hijos, el tema del hambre; la madrastra que luego de alimentar a los hijos biológicos —si sobraba algo— se lo daba a los huérfanos. “Y fueron felices y comieron perdices”, esa fórmula habla de que la fantasía era con la comida, no con el sexo que era algo no tan codificado como lo fue posteriormente. Que la comida sobrara, constituía una fiesta.


Cuando elijo leer con alguien en voz alta, debería tener nociones acerca de su vida cotidiana, cuáles son los patrones sobre los cuales interpreta, su contexto cultural, tener un conocimiento al menos básico de mi audiencia. Cuando vamos a leer, tenemos que tener en cuenta las características del público. No es lo mismo leer en voz alta a un público urbano que a uno rural. El humor, por ejemplo, cambia muchísimo según estos contextos.
Actividad propuesta: formar grupos, círculos de seis personas. Entrega a cada grupo dos libros e indica leer en voz alta algún párrafo a elección. Cada integrante del grupo lee ante el resto, aunque sea un minuto y luego le pasa el libro a otro. A partir de esta experiencia, se plantean observaciones, reflexiones sobre lo que ha ocurrido en ese círculo y a cada uno con la lectura: cómo ha vivido la experiencia, comentar problemas que han advertido al leer en voz alta, dificultades. Luego, propone volver a la misma lectura, intentando una nueva versión de lo ya leído.


OBSERVACIONES SOBRE LA LECTURA


Plantear argumentos de por qué hacemos esta experiencia de la lectura en voz alta.


En espacios institucionales las experiencias de lectura en voz alta no son vistas como parte del trabajo, se ven como prácticas motivadoras, o que se hacen por llegar al placer de la lectura. Es necesario entender que esa actividad placentera es también valiosa como posibilidad de otros aprendizajes, entender cuántas cosas se aprenden mientras se está disfrutando… qué aprendo mientras leo en voz alta, qué está recibiendo el grupo como información.


La puntuación, las pausas


A veces en mi lectura incorporo pausas no marcadas. Uno de los secretos de la lectura en voz alta es que, para apropiarme del texto, le modifico la puntuación escrita. En el registro visual del texto, los signos, tal como los ha distribuido el escritor, pueden resultar válidos, pero en el registro auditivo pueden ser más significativas las pausas más prolongadas, los silencios. Puede operarse, pues, una modificación de la puntuación. Hay que revisar la puntuación; tengo que construir una nueva puntuación. El leer en forma pausada, administrando los tiempos es muy importante…
(Ejercicio: suprimir las palabras y traducir el sentido en gestos, lo que dicen los personajes. Imaginamos los personajes, y buscamos el tono adecuado).


El lector no habituado a leer en voz alta lo hace a un ritmo acelerado, porque tal vez entiende que la buena lectura es aquella que se hace sin detenerse, haciendo sólo las pausas marcadas por el autor.


El segundo criterio que propongo es entonces: tómense la lectura con calma, exageren la lentitud. Empiecen leyendo con mucha calma, luego vamos a encontrar los cambios de ritmo.


Los cambios de ritmo ayudan a la construcción de sentido, así como los silencios.


Leo y releo y construyo una idea del personaje. Según la emotividad de la situación comunicativa planteada en el texto, administro los silencios.


No me parece necesario ni conveniente imitar voces. La voz que empleo para mi lectura en voz alta, es la voz natural, la propia. Sólo hay que reconocer la intención con que está planteado el enunciado y que las inflexiones de la voz traduzcan la intención, no que se intente imitar voces de niños, de ancianos… Si un personaje se burla, esta marca tiene que aparecer en los tonos, ritmos, gestos en los cuales el lector en voz alta se apoya, pero desde lo propio, con la voz que caracteriza a cada lector.


En un texto breve puede haber muchísimas intenciones.


[Lee de Ema Wolf: “A filmar canguros míos”]


Cambio de ritmo, cambio de entonación, cambio de puntuación.


Tratar de encontrar en la entonación de la lectura, la adecuada a cada intención que el lector cree ir descubriendo. Trabajar intensivamente, y repetir varias veces los intentos para quedarse con el que se considera apropiado. Ser consciente de las dificultades y corregirlas en cada nueva lectura en voz alta que se realice.


Es muy importante buscar siempre el ritmo y el tono de la conversación. El peligro es sobreactuar. Puedo ser enfático para tomarle el pelo a alguien, pero para hacerlo desde una lectura en voz alta debo hacerlo de modo tal que sea creíble. Elegir la lectura como un espacio conversacional. Si sobreactuamos, las imágenes nos llegan turbias, indefinidas. Y si encontramos el ritmo y la entonación apropiados, las imágenes nos llegan transparentes.


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