A mediados de los ‘90, durante una visita a Alemania, Mempo Giardinelli tomó contacto de manera casual con personas de la llamada tercera edad que visitaban hospitales para leer cuentos y poemas a enfermos terminales, aliviándoles así el dolor de cerrar sus vidas. Del impacto producido al ver aquella noble manera de ayudar a bien morir, nació la idea de que la lectura de cuentos debía ayudar, también, a bien vivir.
Así comenzó a gestarse, en 1999, la idea de crear un Programa de Abuelas Cuentacuentos, con la premisa de llevar lecturas a quienes comienzan la vida, otorgándoles una oportunidad de acceder al libro y de ejercer su derecho a la lectura.
Las primeras experiencias aisladas se realizaron durante 2000; en 2001 el Programa fue iniciado oficialmente y en 2002 se logró su sistematización y se realizó la primera transferencia a otra ciudad.
Desde entonces creció hasta convertirse en lo que es hoy: uno de los esfuerzos prioritarios de la Fundación y uno de sus programas más emblemáticos y reconocidos.
La abuela Beby Giardinelli (1936-2005)
fue una de las primeras voluntarias del Programa.