Extractos del capítulo 10 del maravilloso y recomendable libro “El ambiente de la lectura”, de Aidan Chambers. Fondo de Cultura Económica, Colección Espacios para la Lectura, México 2007.


»No es fácil leer nosotros mismos lo que no hemos oído decir. Aprendemos a leer juntándonos con los que saben cómo hacerlo e incorporando gradualmente todas sus habilidades.


»Leer en voz alta a los niños es esencial para ayudarlos a convertirse en lectores. Y es un error suponer que este tipo de lectura sólo es necesario en las primeras etapas (el período que la gente tiene a llamar “de aprender a leer). De hecho tiene tal valor —aprender a leer es un proceso de tan largo plazo, que el pedazo que llamamos “aprender” es una parte muy pequeña de él —, que leer en voz alta es necesario durante todos los años de la escuela.


»Cada vez que oímos una historia o un poema o cualquier tipo de escrito leído en voz alta adquirimos un nuevo ejemplo de como “trabaja” ese tipo de texto, cómo está construído, qué se puede esperar de él, etc.


»No es extraño que a los no lectores les parezca difícil entender qué es lo que los lectores reciben de un texto impreso y cómo lo obtienen, y a veces piensan que la lectura, o al menos la lectura de literatura, es un misterio. La única respuesta es que aquellos que saben cómo poner a funcionar la magia, les muestren cómo sucede a los que no lo saben.


»Cuando escuchamos a otras personas leyendo en voz alta, aprendemos sobre interpretación. Las diferentes lecturas en voz alta de un mismo texto muestran claramente que lo que hacen los lectores es interpretar. Por eso las lecturas repetidas de un mismo texto son, al mismo tiempo, útiles y placenteras.


»A cualquier edad, como niños o como adultos, somos capaces de escuchar con placer y entendimiento un lenguaje que en forma impresa nos resulta difícil de manejar (...) Dentro de una comunidad somos más iguales como oyentes de lo que nunca podríamos ser como lectores.


»Volver atras